Cuando camino por nuestras aceras, de vez en cuando me siento diosa. Porque es como si caminase sobre el mar. Veo pececillos ahí abajo y siento que piso tan fuerte que todo lo puedo. No me hundo, no me traspasa, los multiplico y todo está bien. Estoy segura: no hay dios que no sea mujer.
viernes, 28 de septiembre de 2007
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