Al ver los colchones tuve la revelación: la casa vacía, los tres gemelos dejaron su habitación con literas y abandonaron el nido; al unísono, como buenos gemelos, a los treinta y tantos. La madre y el padre esa misma noche bajaron los colchones a la calle, no vaya a ser que quieran volver a vivir amontonados pero blanditos.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
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