
Hemos descubierto algunos rincones por el barrio que nos recuerdan al senado de la Grecia antigua: donde se dabatía con tiempo y tino; dispuestos a tal efecto, con sus bancos públicos y sus sillas añadidas, aditivas, que suman y siguen. En cambio hay otros que nos sugieren púlpitos bien distintos: desolados, tristes, abandonados, derrumbados por no llegar a ningún lado útil, fresco, de futuro.
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