De vuelta a la nueva temporada teatral en la Casa de la cultura de Los Realejos. Esta vez iba dispuesto a no ver teatro, dado el tipo de espectáculo, y así fue.
Joel es tipo entrañable, con unas excelentes dotes para... el mimo. Su trabajo puede quedar bien en un programa televisivo del canal Paramount Comedy, en un café teatro, o como "picapica" en el concurso "un, dos, tres..." Pero a un escenario le sienta como una patada en salvasealaparte. Eso sí, el público, al final, puesto en pie, aplaudió y aplaudió.
El texto es simple, simple, simple; fácil, fácil, fácil. Un ejemplo: imitar a la Terremoto de Alcorcón sobre las tablas me parece un recurso tan triste a estas alturas... Y es que, encima, cuando canta se le entiende nada y menos. El número de entrada con adán y eva al desnudo convertidos en títeres, que se ve de entrada que acabarán follando... El sermón mal trenzado sobre los cuatro tipos de impotencia masculina... Y hacer entonar al público, como "tranca" final esos orgasmos colectivos... Pero claro, después de oírme explicar lo que vi, entiendo cada vez más que el público aplaudiera con fuerza, mientras yo me quedaba en mi butaca encogidito sintiendo toneladas de vergüenza ajena. Soy un bicho raro y el público siempre tiene razón: así que vayan a verla, pese a mis diatribas.
Ah, insisto, el tipo me parece adorable, un esforzado, con buen entrenamiento corporal y buen corazón: al final, en los saludos, agradece a los políticos que le hayan dejado estar ahí. Un servidor fue a tragarse unos boquerones en vinagre de cicuta para olvidar... A la clase política.